Con este artículo me dirijo al profesional del coaching que quiere trasladar las competencias propias de su profesión, actualmente denominadas habilidades soft o blandas, al espacio de la formación.
Cada vez más se demandan este tipo de competencias en forma de talleres o cursos:
Comunicación, liderazgo, motivación, autogestión, inteligencia emocional,
creatividad, relaciones interpersonales, coaching, etc.
Si como coach tienes experiencia en formación, habrás notado que este tipo de competencias, si se aprenden únicamente de forma teórica, se hace bastante complicado para el alumno llevarlas a la práctica.
Esto se debe a que a menudo implican cambios de hábitos y en ocasiones de paradigmas personales, que, si no se abordan en la formación, hace que cuando la persona quiera llevar lo aprendido a la práctica no pueda hacerlo, lo cual termina generando frustración tanto para el alumno como para el formador.
Por lo tanto tenemos que encontrar modelos de enseñanza más allá de los tradicionales, que incluyan la experimentación e integración de lo aprendido, dando lugar a formatos de aprendizaje, que a la vez que forman también transforman.
¿En qué consiste el Aprendizaje Experiencial – AE?
Como formadora de coaches, especializada en el diseño de aprendizaje de habilidades interpersonales, con experiencia continua con grupos desde el año 2000, puedo decir que es el AE el que permite aprender competencias soft o blandas de manera realmente efectiva, facilitando que se puedan integrar y poner en práctica de forma directa y natural.
El Aprendizaje Experiencial – AE es el que se aprende haciendo.
Está basado en el tipo de aprendizaje inductivo, que sucede de forma natural en la vida, donde es la experiencia la que te enseña y da lugar tanto a la comprensión, como a la conclusión.
El experimentar implica al sistema kinestésico, que abarca todo el cuerpo en su faceta motora y sensorial, sumándose al sistema auditivo, lo que escuchamos, y el visual en forma de gráficos o imágenes implicados.
Al aprender con el cuerpo, recurrimos a la participación del inconsciente en el aprendizaje, proponiéndole novedad y entrenamiento, de tal modo que activamos el proceso de automatización del inconsciente respecto al aprendizaje deseado.
Esto ofrece la posibilidad de aprendizaje, no únicamente a nivel teórico o de conocimiento, sino también acerca de las emociones propias, la posible elección de nuevos paradigmas y el acceso a niveles profundos de motivación.
¿Qué aporta el AE?
A continuación describo los beneficios que ofrecen los contextos de diseño de AE, basada en lo que mis alumnos me devuelven a lo largo de todos estos años de formación.
- El esfuerzo que el alumno dedica para aprender es menor, mientras que el disfrute y la concentración es bastante mayor, de tal manera que el tiempo en el aula, pasa muy rápido.
- La sensación de obtener aprendizaje significativo es muy potente. El poner en práctica lo aprendido se hace natural y resulta sorprendente. La motivación, la responsabilidad y el compromiso por aprender aumenta.
- Los alumnos aprenden a apreciar las diferencias de las personas como medio de aprendizaje.
- Se permiten ser quienes son, convertir el error en un recurso de aprendizaje y equilibrar sus niveles de auto exigencia.
- Esta emoción por el aprender se contagia en la sala y el nivel de calidad de las relaciones interpersonales es excelente, motivante y colaborativo.
Todos, tanto alumnos como formadores, disfrutamos enormemente de la actividad de aprender y esto deviene en un alto rendimiento y en el aprendizaje efectivo de esas “habilidades blandas”, que paradójicamente son las más “duras o complejas” de aprender.
¿Cómo diseñar y dirigir AE?
En el AE el formador provoca el conocimiento, en lugar de impartirlo.
Para ello tiene que poseer competencias relacionadas con liderazgo de aprendizaje, conocimiento del proceso de aprender, diseño de secuencias que provoquen experiencia y reflexión, conexión interpersonal con los alumnos, etc…
Desde mi experiencia, hay 5 competencias clave que todo formador en AE ha de aprender y desarrollar:
- Crear el clima. Es muy importante que el aprendizaje se desarrolle en un contexto de confianza y colaboración. Es responsabilidad del formador crear la disposición y los acuerdos que den lugar a grupos cohesionados.
- Captar el ritmo de aprendizaje. Se requiere estar atento no tanto a qué está aprendiendo el alumno, sino a cómo lo está aprendiendo, para recurrir a diferentes fórmulas que, por un lado se adapten al ritmo del alumno y por el otro contribuyan a mejorar la eficiencia para aprender del alumno.
- Diseñar secuencias de aprendizaje. El AE se ejecuta proponiendo ejercicios al alumno, que han de estar diseñados para provocar el marco de aprendizaje deseado, que incluyan todos los niveles posibles de aprendizaje, y que tenga sentido secuencial para el alumno.
- Responder al feedback. Tras cada experiencia el alumno se expresa libremente y el formador ha de poder responder a cada intervención aportando comprensión y utilidad, tanto para el alumno en sí, como para el grupo en general.
- Gestionar el quien del formador, que ha de dar lo mejor de sí mismo, tanto en el proceso de diseño de la formación, como en la ejecución de la misma. Las habilidades de autogestión, liderazgo e interpretación del contexto son aquí relevantes.
Concluyendo…
Opino que denominar habilidades “blandas” a competencias como la capacidad de liderazgo, la comunicación, inteligencia emocional, empatía, resolución de conflictos, etc., puede conducir a error.
Este tipo de habilidades son las que hacen que un profesor sea un buen profesor, recordado y apreciado por sus alumnos para siempre.
También que un padre sea un buen padre, o un amigo un buen amigo, etc.
En definitiva son las que facilitan que podamos llegar a ser mejores personas y mejores profesionales.
Creo, y apuesto por ello, que un futuro sostenible será posible a través del aprendizaje y el desarrollo de estas habilidades, tanto a nivel laboral como personal.
Se necesitan por tanto formadores, educadores, etc. que por un lado las posean y por otro, sean capaces de enseñarlas.
Por mi parte, y tras largos años de experiencia formando en habilidades “soft o blandas”, ha llegado el momento de asumir el desafío de enseñar a enseñarlas, en contextos de formación.
Es precisamente toda esa experiencia la que me proporciona el marco seguro, desde donde, en un contexto de AE, llegar a disfrutar de aprender enseñando.